Monday, February 20, 2012

Valores literarios y animalidad política


Reflexiones de George Steiner

[…]Buena parte de lo que es necesario decir hoy está implícito en la en la conocida reprobación de William Morris del establecimiento de la cátedra de Literatura Inglesa en Oxford. Morris expresó su opinión, hacia 1880, poco más de una década después de que Farrar publicara los Essays on a Liberal Education y Mathew Arnold escribiera su Culture and Anarchy. Tenemos que remontarnos a tales fechas, para examinar los supuestos con que se fundaron las facultades de Literatura Inglesa.

¿Cuáles eran esos supuestos? […] el estudio académico de los idiomas y las literaturas modernos refleja la tradición más antigua de los estudios clásicos. El estudio crítico, textual, histórico de la literatura griega y latina no sólo suministró antecedentes y justificaciones para un estudio similar de las lenguas vulgares: también proveyó de las bases para la implantación de estos estudios. […] La idead de que un individuo pudiera estudiar o editar honradamente un texto sin tener una formación clásica habría parecido algo reprobable o inverosímil.

El segundo gran supuesto era el nacionalismo. No es accidental que la filología y la crítica textual alemanas coincidieran con el ascenso de la conciencia nacional germánica. […] Como lo proclamaban francamente Herder, los hermanos Grimm y toda la dinastía de profesores y críticos alemanes, el estudio del propio pasado literario resultaba vital para afirmar la identidad nacional. 
[…]
El tercer conjunto de supuestos es más vital todavía […] Quizá podría expresarlo así: tras la creación del análisis literario, la erudición textual y la historia literaria moderna, yace una especie de optimismo racional y moral. En sus métodos filológicos e históricos el estudio de la literatura refleja una enorme esperanza, un positivismo grande, un ideal de parecerse a la ciencia, y eso lo encontramos en todo momento, desde Auguste Comte hasta I. A. Richards. [esa tradición positivista] […] Pero el positivismo yacía mucho más adentro. Se suponía que el estudio de la literatura implicaba casi necesariamente una fuerza moral. Parecía evidente que la enseñanza y el estudio de los grandes poetas y prosistas no sólo habría de enriquecer el gusto o el estilo sino también la sensibilidad moral; que cultivaría la facultad de juicio y actuaría contra la barbarie.
Resulta típica una observación al respecto de Henry Sidgwick. […] ve en la literatura “el origen y la esencia de una cultura verdaderamente humanizadora”. Y esta gran ambición se prolonga desde la idea de Mathew Arnold de la poesía como sustituto vital del dogma religioso.

[…] Respecto al primer supuesto Steiner dice:
El mundo de la mitología clásica, de la referencia histórica, de la alusión a las escrituras, en que se basa lo esencial de la literatura inglesa y europea desde Chaucer hasta Milton y Dryden, desde Tennyson al Sweeney agonistes de Eliot, se aleja cada vez más de nuestro alcance natural.

Tomemos el segundo supuesto, la visión de gloria y esperanza del genio nacional. De sueño decimonónico que fuera, el nacionalismo se ha convertido hoy en una pesadilla. Con dos guerras mundiales casi ha aniquilado la cultura de occidente. Es muy posible que acabe por llevarnos a nuestra destrucción, como ratas enloquecidas.

[…] El confiado vínculo que unía la literatura con los valores de la civilización [se ha alterado radicalmente]. […] El hecho sencillo pero desconsolador, es que tenemos muy pocas pruebas de que los estudios literarios hagan mayor cosa por enriquecer o estabilizar las cualidades morales, de que humanicen. No hay demostración alguna de que los estudios literarios hagan, efectivamente, más humano a un hombre. Y algo peor: ciertos indicios señalan lo contrario. Cuando la barbarie llegó a la Europa del siglo XX, en más de una universidad la facultad de Filosofía y Letras opuso muy poca resistencia moral, y no se trató de un incidente trivial o aislado. En un número inquietante de casos la imaginación literaria dio una bienvenida servil o extática a la animalidad política. En ocasiones, esa animalidad fue apoyada y cultivada por individuos educados en la cultura del humanismo tradicional. […] Lo valores literarios y la inhumanidad más detestable pueden coexistir dentro de una misma comunidad, dentro de la misma sensibilidad individual […].

en George Steiner: Lenguaje y SilencioLa formación de nuestros caballeros (1965)




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